viernes, 2 de mayo de 2008

Examen Final "José Luis Perdomo entrevista a Paulo Coelho"






Argumento


El autor de la entrevista José Luis Perdomo, narra una charla amena y extensa con el escritor Paulo Coelho, realizada hace varios años en la ciudad de México. Muchas personas piensan que Coelho no es digno de preguntas ya que no lo consideran literato. La entrevista fue publicada en la revista mensual "Este País", en diciembre del año 2006 en la ciudad de Guatemala, la cual fue publicada en tres ediciones seguidas debido a la extensión que tenían, la tercera y última parte fue publicada en el mes de febrero del año 2007. En las preguntas realizadas por José Luis Perdomo siendo preguntas fuera del tema de sus libros, nos podemos dar cuenta del carisma y paciencia demostrado por Coelho.



Conflicto

No haberse informado y prepara para realizar la entrevista, ya que José Luis Perdomo nunca ha leído nada de Paulo Coelho, por lo cual le realizo preguntas inadecuadas y por lo mismo ambos se sentían incomodos y existí cierta ambigüedad de preguntas y respuestas.



Secuencia

Situación Inicial: Es eufórica, ya que inicia correctamente la entrevista, Paulo Coelho después de varios de 20 minutos y con una gran fila de periodistas esperando deja que José Luis Perdomo continue con la entrevista.

Proceso: En cuanto Perdomo continúa realizando preguntas Coelho se da cuenta la desinformación que tenía el periodista, pues hacía referencias a la pestaña de los libros y le realizaba preguntas fuera del tema literario.

Situación Final: Es disfórica, pues le hablo de varios autores entre ellos Krishnamurti, cualquier autor hubiera reaccionado como Coelho diciendo que sería mejor decir la opinión personal o bien continuar respondiendo las preguntas fuera del tema literario.


Oposiciones

La entrevista se realizo en la ciudad de México y fue publicada en la ciudad de Guatemala por la revista "Este País". Además, José Luis Perdomo, es Licenciado en Periodismo y Comunicación Colectiva, Escritor, Guatemalteco y Paulo Coelho escritor brasileño trabajó en el teatro como director y actor y fue también compositor musical y periodista.


Espacios

La entrevista fue realizada en la ciudad de México, Distrito Federal en la oficina del escritor Paulo Coelho.


Tiempo

La entrevista fue publicada ocho años después de haberla realizado, cosa que no se debió dejar pasar tanto tiempo pues ya no se tiene la misma relevancia, por lo cual se encuentra en tiempo pasado.


Mensaje Ideológico

Paulo Coelho demostro el lado humanista, honestidad y carisma, lo que predomino fue le tema de religión, ya que Perdomo amontono a Coelho con ese tema y demás tener conocimientos de la persona que se va a entrevistar para no caer en ambigüedades.


Elementos de la Autoreferencia
Que la entrevista se realizó en la oficina del escritor brasileño Paulo Coelho.


Manipulación del Contenido

El Licenciado José Luis Perdono no tenía manipulación de la información ya que antes y años despues de haber realizado la entrevista todavía es neofito de los libros y de información completa sobre Paulo Coelho.


Las reglas del juego

Para José Luis Perdomo su fín era realizar la entrevista a como diera lugar aunque sea sin tener la información primordial acerca del entrevista, para Coelho atender a los periodistas y así darse más a conocer.


*No olvidemos informarnos bien acerca del entrevistado y del tema del cual haremos la entrevista, para no quedarnos en la luna cuando realicemos las entrevistas.*






domingo, 27 de abril de 2008

Rayuela, Capítulo 7 (Julio Cortázar)

Del maestro Julio Cortázar, el capítulo 7 de Rayuelas. Declamado con su voz, acompañado al acorde de la flauta dulce.

domingo, 20 de abril de 2008

Comentario a Conferencia del Licenciado Raul de la Horra

En la conferencia dictada por el Lic. Raúl de la Horra, para la presentación del libro 'El espejo irreverente' en el Salón de Actos de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de San Carlos de Guatemala, discurrió de una forma poco usual. Además del uso de lenguaje abierto y sin perjuicio, los expositores que son catedráticos de la citada unidad académica, fueron francos en sus puntos de vista. El Licenciado de la Horra, exhortó a todos los asistentes, a realizar su mayor esfuerzo y graduarse como profesionales. Aunque no es sancarlista, menciono que le gustaría serlo, pues como escritor y psicólogo admira a sus colegas de la Alma Mater.

Animo a los estudiantes a exigir y aprovechar a los buenos catedráticos, quienes son los encargados de darles el conocimiento y los valores éticos y morales que todo profesional necesita. Así como adaptarse a las exigencias académicas de este mundo cada vez más competitivo.

miércoles, 2 de abril de 2008

PRUEBA PARCIAL DE LA FABULA DE TITO MONTERROSO “ECLIPSE”

ARGUMENTO

Fray Bartolomé Arrazola un religioso católico se pierde en la poderosa selva de Guatemala, se detiene a esperar a alguien que lo ayude y se duerme, al despertar se ve rodeado por un grupo de indígenas quienes lo querían sacrificar en un altar.

Fray Bartolomé intento presionar a los indígenas para salvar su vida, diciéndoles que si lo mataban iba hacer que el sol se oscureciera, sabiendo que ese día se produciría un eclipse solar. Dos horas después de decirles, los indígenas lo sacrificaron mientras uno de ellos enumeraba los eclipses solares y lunares que habían previsto los Astrónomos de la Comunidad Maya.


CONFLICTO

La presencia de Fray Bartolomé Arrazola en la selva y su prepotencia y sabiduría de conocimientos aristotélicos y creer de los indígenas son ignorantes en todo sentido.


SECUENCIAS

* Situación Inicial: Fray Bartolomé Arrazola se encuentra con vida en la selva.

* Proceso: Los indígenas lo encuentran dormido en la poderosa selva.

* Situación Final: Fray Bartolomé Arrazola es sacrificado por los indígenas en la selva.


OPOSICIONES

* Fray Bartolomé Arrazola contra los indígenas.

* Prepotencia de Fray Bartolomé contra los conocimientos de los indígenas.

TIEMPO

Pasado y Presente.

ESPACIO

La poderosa selva y el altar de sacrificios de los indígenas.

MENSAJE IDEOLOGICO

Fray Bartolomé Arrazola era un religioso que creía a los indígenas tontos y los amenazó para salvar su vida, pero sin imaginar que contaban con conocimientos astrológicos con los cuales le ganaron la partida a su prepotencia.



domingo, 30 de marzo de 2008

Análisis Semiótico “CASA TOMADA” (Julio Cortázar)

Argumento
Irene y su hermano vivían en una casa enorme y antigua, que se la habían dejado sus antepasados en Buenos Aires, Argentina. Irene se la pasaba tejiendo y su hermano leyendo libros de literatura francesa.

La casa estaba dividida en dos partes por una puerta maciza de roble, una noche el hermano de Irene escucho ruidos en varias habitaciones de la parte retirada de las estancias habituales, él regreso con su hermana y le dijo que habían tomado la casa.

Después de que habían llegado a la conclusión que tomaron esa parte de la casa, se les simplificaron los quehaceres del hogar, hasta que una noche, él de nuevo escucho ruidos misteriosos en varias de las estancias de la parte que aun conservaban. Ella al igual los escuchó, y a pesar de desconocer lo que sucedía, decidieron abandonarla, llevando consigo un reloj de pulsera y la llave de la puerta principal. Al salir tiraron la llave a la alcantarilla, para que nadie entrara a robar, pues la casa ya estaba tomada.

Conflicto
Alguien que los habitantes de la casa desconocían, ha o han invadido la casa. Por ende ellos optan a no confrontarlos y abandonan su residencia.

Secuencia
Es una secuencia con un inicio eufórico, pues su situación es de bienestar, esta se ve interrumpida por hechos inexplicables; finaliza de forma disforia, pues los habitantes de la casa pierden su comodidad y para evitar formar parte de un conflicto, la abandonan a su suerte.

Oposiciones
Los habitantes de la casa, no defienden su propiedad que les heredaron su antepasados y permiten que ruidos y acciones de origen desconocido se apoderaran de ella; y por su indisposición al los conflictos, pierden su inmueble.

Espacios
Se desarrolla dentro de una casa enorme de características antiguas, ubicada en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina.

Tiempo
Básicamente es atemporal, pues la situación puede o pudo haber ocurrido en cualquier momento.

Mensaje Ideológico
Irene y su hermano, que eran personas acostumbradas a la comodidad de su situación económica, prefieren no hacer frente al problema y simplemente perder el inmueble a manos de quienes ellos creen la han tomado.

Ese conformismo de su comodidad y facilidad de las cosas de la vida, hizo que no confrontaran la situación y no luchar o defender su propiedad, en este caso la casa.

* Conceptos de Análisis Semiótico, tomados del libro: ‘Semiótica: Teoría de la Mentira’ por Carlos Augusto Velásquez R.




domingo, 16 de marzo de 2008

CONDUCTA EN LOS VELORIOS de JULIO CORTAZAR


No vamos por el anís, ni porque hay que ir. Ya se habrá sospechado: vamos porque no podemos soportar las formas más solapadas de la hipocresía. Mi prima segunda, la mayor, se encarga de cerciorarse de la índole del duelo, y si es de verdad, si se llora porque llorar es lo único que les queda a esos hombres y a esas mujeres entre el olor a nardos y a café, entonces nos quedamos en casa y los acompañamos desde lejos. A lo sumo mi madre va un rato y saluda en nombre de la familia, no nos gusta interponer insolentemente nuestra vida ajena a ese diálogo con la sombra. Pero si de la pausada investigación de mi prima surge la sospecha de que en un patio cubierto o en la sala se han armado los trípodes del camelo, entonces la familia se pone sus mejores trajes, espera a que el velorio esté a punto, y se va presentando de a poco pero implacablemente.

En Pacífico las cosas ocurren casi siempre en un patio con macetas y música de radio. Para estas ocasiones los vecinos condescienden a apagar las radios, y quedan solamente los jazmines y los parientes, alternándose contra las paredes. Llegamos de a uno o de a dos, saludamos a los deudos, a quienes se reconoce fácilmente porque lloran apenas ven entrar a alguien, y vamos a inclinarnos ante el difunto, escoltados por algún pariente cercano. Una o dos horas después toda la familia está en la casa mortuoria, pero aunque los vecinos nos conocen bien, procedemos como si cada uno hubiera venido por su cuenta y apenas hablamos entre nosotros. Un método preciso ordena nuestros actos, escoge los interlocutores con quienes se departe en la cocina, bajo el naranjo, en los dormitorios, en el zaguán, y de cuando en cuando se sale a fumar al patio o a la calle, o se da una vuelta a la manzana para ventilar opiniones políticas y deportivas. No nos lleva demasiado tiempo sondear los sentimientos de los deudos más inmediatos, los vasitos de caña, el mate dulce y los Particulares livianos son el puente confidencial; antes de medianoche estamos seguros, podemos actuar sin remordimientos. Por lo común mi hermana la menor se encarga de la primera escaramuza; diestramente ubicada a los pies del ataúd, se tapa los ojos con un pañuelo violeta y empieza a llorar, primero en silencio, empapando el pañuelo a un punto increíble, después con hipos y jadeos, y finalmente le acomete un ataque terrible de llanto que obliga a las vecinas a llevarla a la cama preparada para esas emergencias, darle a oler agua de azahar y consolarla, mientras otras vecinas se ocupan de los parientes cercanos bruscamente contagiados por la crisis.


Durante un rato hay un amontonamiento de gente en la puerta de la capilla ardiente, preguntas y noticias en voz baja, encogimientos de hombros por parte de los vecinos. Agotados por un esfuerzo en que han debido emplearse a fondo. Los deudos amenguan en sus manifestaciones, y en ese mismo momento mis tres primas segundas se largan a llorar sin afectación, sin gritos, pero tan conmovedoramente que los parientes y vecinos sienten la emulación, comprenden que no es posible quedarse así descansando mientras extraños de la otra cuadra se afligen de tal manera, y otra vez se suman a la deploración general, otra vez hay que hacer sitio en las camas, apantallar a señoras ancianas, aflojar el cinturón a viejitos convulsionados.



Mis hermanos y yo esperamos por lo regular este momento para entrar en la sala mortuoria y ubicarnos junto al ataúd. Por extraño que parezca estamos realmente afligidos, jamás podemos oír llorar a nuestras hermanas sin que una congoja infinita nos llene el pecho y nos recuerde cosas de la infancia, unos campos cerca de Villa Albertina, un tranvía que chirriaba al tomar la curva en la calle General Rodríguez en Bánfield, cosas así, siempre tan tristes. Nos basta ver las manos cruzadas del difunto para que el llanto nos arrase de golpe, nos obligue a taparnos la cara avergonzados, y somos cinco hombres que lloran de verdad en el velorio, mientras los deudos juntan desesperadamente el aliento para igualarnos, sintiendo que cueste lo que cueste deben demostrar que el velorio es el de ellos, que solamente ellos tienen derecho a llorar así en esa casa. Pero son pocos, y mienten (eso lo sabemos por mi prima segunda la mayor, y nos da fuerzas). En vano acumulan los hipos y los desmayos, inútilmente los vecinos más solidarios los apoyan con sus consuelos y sus reflexiones, llevándolos y trayéndolos para que descansen y se reincorporen a la lucha. Mis padres y mi tío el mayor nos reemplazan ahora, hay algo que impone respeto en el dolor de estos ancianos que han venido desde la calle Humboldt, cinco cuadras contando desde la esquina, para velar al finado. Los vecinos más coherentes empiezan a perder pie, dejan caer a los deudos, se van a la cocina a beber grapa y a comentar; algunos parientes, extenuados por una hora y media de llanto sostenido, duermen estertorosamente. Nosotros nos relevamos en orden, aunque sin dar la impresión de nada preparado; antes de las seis de la mañana somos los dueños indiscutidos del velorio, la mayoría de los vecinos se han ido a dormir a sus casas, los parientes yacen en diferentes posturas y grados de abotagamiento, el alba nace en el patio. A esa hora mis tías organizan enérgicos refrigerios en la cocina, bebemos café hirviendo, nos miramos brillantemente al cruzarnos en el zaguán o los dormitorios; tenemos algo de hormigas yendo y viniendo, frotándose las antenas al pasar.


Cuando llega el coche fúnebre las disposiciones están tomadas, mis hermanas llevan a los parientes a despedirse del finado antes del cierre del ataúd, los sostienen y confortan mientras mis primas y mis hermanos se van adelantando hasta desalojarlos, abreviar el último adiós y quedarse solos junto al muerto. Rendidos, extraviados, comprendiendo vagamente pero incapaces de reaccionar, los deudos se dejan llevar y traer, beben cualquier cosa que se les acerca a los labios, y responden con vagas protestas inconsistentes a las cariñosas solicitudes de mis primas y mis hermanas. Cuando es hora de partir y la casa esta llena de parientes y amigos, una organización invisible pero sin brechas decide cada movimiento, el director de la funeraria acata las órdenes de mi padre, la remoción del ataúd se hace de acuerdo con las indicaciones de mi tío el mayor. Alguna que otra vez los parientes llegados a último momento adelantan una reivindicación destemplada; los vecinos, convencidos ya de que todo es cómo debe ser, los miran escandalizados y los obligan a callarse. En el coche de duelo se instalan mis padres y mis tíos, mis hermanos suben al segundo, y mis primas condescienden a aceptar a alguno de los deudos en el tercero, donde se ubican envueltas en grandes pañoletas negras y moradas. El resto sube donde puede, y hay parientes que se ven precisados a llamar un taxi. Y si algunos, refrescados por el aire matinal y el largo trayecto, traman una reconquista en la necrópolis, amargo es su desengaño.



Apenas llega el cajón al peristilo, mis hermanos rodean al orador designado por la familia o los amigos del difunto, y fácilmente reconocible por su cara de circunstancias y el rollito que le abulta el bolsillo del saco. Estrechándole las manos, le empapan las solapas con sus lágrimas, lo palmean con un blando sonido de tapioca, y el orador no puede impedir que mi tío el menor suba a la tribuna y abra los discursos con una oración que es siempre un modelo de verdad y discreción. Dura tres minutos, se refiere exclusivamente al difunto, acota sus virtudes y da cuenta de sus defectos, sin quitar humanidad a nada de lo que dice; está profundamente emocionado, y a veces le cuesta terminar. Apenas ha bajado, mi hermano el mayor ocupa la tribuna y se encarga del panegírico en nombre del vecindario, mientras el vecino designado a tal efecto trata de abrirse paso entre mis primas y hermanas que lloran colgadas de su chaleco. Un gesto afable pero imperioso de mi padre moviliza al personal de la funeraria; dulcemente empieza a rodar el catafalco, y los oradores oficiales se quedan al pie de la tribuna, mirándose y estrujando los discursos en sus manos húmedas. Por lo regular no nos molestamos en acompañar al difunto hasta la bóveda o sepultura, sino que damos media vuelta y salimos todos juntos, comentando las incidencias del velorio. Desde lejos vemos cómo los parientes corren desesperadamente para agarrar alguno de los cordones del ataúd y se pelean con los vecinos que entre tanto se han posesionado de los cordones y prefieren llevarlos ellos a que los lleven los parientes.


domingo, 9 de marzo de 2008

A la izquierda del roble



No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
en el que uno puede sentirse árbol o prójimo
siempre y cuando se cumpla un requisito previo.
Que la ciudad exista tranquilamente lejos.

El secreto es apoyarse digamos en un tronco
y oír a través del aire que admite ruidos muertos
cómo en Millán y Reyes galopan los tranvías.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico siempre ha tenido
una agradable propensión a los sueños
a que los insectos suban por las piernas
y la melancolía baje por los brazos
hasta que uno cierra los puños y la atrapa.

Después de todo el secreto es mirar hacia arriba
y ver cómo las nubes se disputan las copas
y ver cómo los nidos se disputan los pájaros.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
ah pero las parejas que huyen al Botánico
ya desciendan de un taxi o bajen de una nube
hablan por lo común de temas importantes
y se miran fan ticamente a los ojos
como si el amor fuera un brevísimo túnel
y ellos se contemplaran por dentro de ese amor.

Aquellos dos por ejemplo a la izquierda del roble
(también podría llamarlo almendro o araucaria
gracias a mis lagunas sobre Pan y Linneo)
hablan y por lo visto las palabras
se quedan conmovidas a mirarlos
ya que a mí no me llegan ni siquiera los ecos.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero es lindísimo imaginar qué dicen
sobre todo si él muerde una ramita
y ella deja un zapato sobre el césped
sobre todo si él tiene los huesos tristes
y ella quiere sonreír pero no puede.

Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico








ayer llegó el otoño
el sol de otoño
y me sentí feliz
como hace mucho
qué linda estás
te quiero
en mi sueño
de noche
se escuchan las bocinas
el viento sobre el mar
y sin embargo aquello
también es el silencio
mírame así
te quiero
yo trabajo con ganas
hago números
fichas
discuto con cretinos
me distraigo y blasfemo
dame tu mano
ahora
ya lo sabés
te quiero
pienso a veces en Dios
bueno no tantas veces
no me gusta robar
su tiempo
y además está lejos
vos estás a mi lado
ahora mismo estoy triste
estoy triste y te quiero
ya pasarán las horas
la calle como un río
los árboles que ayudan
el cielo
los amigos
y qué suerte
te quiero
hace mucho era niño
hace mucho y qué importa
el azar era simple
como entrar en tus ojos
dejame entrar
te quiero
menos mal que te quiero.






No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero puedo ocurrir que de pronto uno advierta
que en realidad se trata de algo más desolado
uno de esos amores de tántalo y azar
que Dios no admite porque tiene celos.

Fíjense que él acusa con ternura
y ella se apoya contra la corteza
fíjense que él va tildando recuerdos
y ella se consterna misteriosamente.

Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico

vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
sólo de a ratos parecía
que iba a vivir
que iba a vencernos
pero los dos fuimos tan fuertes
que lo dejamos sin su sangre
sin su futuro
sin su cielo
un niño muerto
sólo eso
maravilloso y condenado
quizá tuviera una sonrisa
como la tuya
dulce y honda
quizá tuviera un alma triste
como mi alma
poca cosa
quizá aprendiera con el tiempo
a desplegarse
a usar el mundo
pero los niños que así vienen
muertos de amor
muertos de miedo
tienen tan grande el corazón
que se destruyen sin saberlo
vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
y qué verdad dura y sin sombra
qué verdad fácil y qué pena
yo imaginaba que era un niño
y era tan sólo un niño muerto
ahora qué queda
sólo queda
medir la fe y que recordemos
lo que pudimos haber sido
para él
que no pudo ser nuestro
qué más
acaso cuando llegue
un veintitrés de abril y abismo
vos donde estés
llevale flores
que yo también iré contigo.





No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
que sólo despierta con la lluvia.

Ahora la última nube a resuelto quedarse
y nos está mojando como alegres mendigos.

El secreto está en correr con precauciones
a fin de no matar ningún escarabajo
y no pisar los hongos que aprovechan
para nadar desesperadamente.

Sin prevenciones me doy vuelta y siguen
aquellos dos a la izquierda del roble
eternos y escondidos en la lluvia
diciéndose quién sabe qué silencios.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero cuando la lluvia cae sobre el Botánico
aquí se quedan sólo los fantasmas.

Ustedes pueden irse.
Yo me quedo.